viernes, 29 de agosto de 2014

La relevancia de llamarse Lygia Clark


Exposición en el MoMA artista brasileño situado en el centro del proceso de reflexión sobre las consecuencias, límites y superaciones de arte moderno y contemporáneo

MARIA Hirszman | Número 221 - julio 2014




Después de cinco años de investigación, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) inauguró el pasado mayo en una exposición antológica dedicada a la obra de Lygia Clark. Con más de 300 obras, además de un catálogo y alentó una intensa paralelo, el espectáculo de programación Lygia Clark: el abandono del arte, de 1948 a 1988, se ha presentado como una confirmación de la enorme relevancia de su trabajo. Es cierto que desde la década de 1990 el artista ha sido objeto de un interés creciente, con grandes retrospectivas y exposiciones organizadas en Europa y Brasil, acompañado de una constante apreciación del mercado, y esta es su primera exposición en territorio norteamericano. Pero el espectáculo es mucho más que una corona natural mediante una de las instituciones museísticas de mayor prestigio en el mundo. En un claro esfuerzo por reflexionar más acerca de este legado, curadores Luis Pérez-Oramas - responsables de la central de América Latina y el autor del MoMA proyecto curatorial de la 30 Bienal de São Paulo (2012) - y Connie Butler, - actualmente curador en jefe de Hammer Museum (los Ángeles) - trabajo esmiuçaram de Clark, dejando claro que el artista es un caso raro en el panorama internacional de la segunda mitad del siglo XX. Después de todo, ella se exponen desde el interior de la creación artística un cuestionamiento profundo y romper los límites de la representación estética; desestabiliza los cánones, cuestiona la noción de arte y luego se introduce una dimensión humana, lo que la sitúa en el centro del debate sobre las consecuencias, límites y superaciones del proceso de arte moderno y contemporáneo.

La exposición sigue un orden cronológico y se articula en torno a tres grandes bloques: las pinturas originales y lo abstracto; implicación con Neoconcretismo; y sensorial y relacionado con el campo de los ensayos de psicoterapia. El primer grupo consiste en los trabajos de la década de 1940, cuando Clark estudió bajo la guía de Burle Marx, y principios de 1950 - el período en el que vive en París, asistía al estudio de Fernand Léger y desarrolla un profundo vínculo con la obra de Piet Mondrian, la influencia central sobre su carrera. Sigue siendo, en palabras de Connie Butler, el "entrenamiento clásico de la herencia de la influencia europea."  


A partir de ahí aparecen varios momentos clave en su viaje, como el paso del estudio de movimiento centrífugo de las escaleras a la construcción de la forma geométrica y abstracta; participación rápido e intenso en movimientos como el grupo delantero y el Movimiento Neoconcreto; el descubrimiento de la línea orgánica, a mediados de la década de 1950, cuando la pintura se expande radicalmente más allá del límite de la trama; intenso diálogo con la arquitectura y el estudio del espacio ("lo que quiero es componer un espacio y no escribir en él", dijo); la cada vez más profundo cuestionamiento de la situación del objeto de arte, el artista y el espectador; para llegar a lo que ella define como "el estado del arte, hay arte."

Sigue este interante artículo en:  http://revistapesquisa.fapesp.br/2014/07/15/relevancia-de-lygia-clark/


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